
Muchas veces el personaje mas popular de una película no es el héroe sino, justamente, su opuesto, aquel que nos fascina por su capacidad para hacer todo lo que el bueno, por principios y lógica binaria esta impedido de hacer.
La gran popularidad de Star Wars se debe, en gran parte, no tanto a los protagonistas del bando justo formado por Harrison Ford y sus compañeros sino al malvado Darth Vader que no se detiene ante nadie para cumplir sus objetivos, incluyendo la tan mencionada secuencia en el cual pelea con su hijo, le confiesa que él es su padre y le corta una mano...
¿Algo similar ocurre con los ladrones justicieros? Esos personajes que, surgidos en coyunturas históricas determinadas, donde la clase alta y la clase baja aun no habían construido una clase media que hiciera de puente ambos, y necesitaba a alguien que funcionara impartiendo justicia.
En cierta manera, los ladrones justicieros como Robin Hood o, mas recientemente, Dillinger, combinan lo mejor de ambos mundos: son buenos que hacen cosas malas por una causa justa, lo cual puede parecer un batiburrillo pero no lo es.
De hecho, es muy probable que usted haya ido a ver las películas que se estrenaron recientemente sobre Robin Hood y sobre Dillinger, admirando su valentía pero, al mismo tiempo, presintiendo que nos gustaría tenerlos rodeando por su casa porque un ladrón es un ladrón.
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